Relatos

LA HORMIGA CURIOSA

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Cansada de pasear siempre por mi planta, he decidido salir a conocer mundo. Sobre la mesa que hay junto a la maceta he descubierto un precioso edificio plateado al que me encaramo fácilmente a pesar de mi pequeño tamaño. Tiene una superficie algo porosa para mis finas patas, pero puedo caminar sobre ella. Es impresionante cómo se refleja la luz del sol sobre este suelo, me deja deslumbrada.

A lo lejos consigo divisar un valle y al fondo una cadena montañosa muy oscura. ¡Hay todo un mundo por descubrir! Quizás haya tesoros perdidos, poblaciones misteriosas, compañeros extraviados,… Mejor voy por el borde y me acerco hasta el valle. La vista es espectacular: una hilera de mesetas aisladas tan negras como yo, perfectamente alineadas. Voy a empezar por esta primera, a ver qué descubro.

Sólo veo una flecha sobre ella, claramente una señal para continuar mi aventura. Bajo y subo de estas planicies sobre las que descubro signos, puntos, guiones y más flechas que me despistan. ¿Hacia dónde debo ir? Es todo igual, no hay mucho más que ver en esta zona. ¡Ah, socorro, un dedo viene a por mí! Escapo a toda velocidad del altiplano y corro hábilmente por los cañones que lo rodean, evitando como puedo el dedo asesino. Por suerte, encuentro un resquicio por donde escabullirme y me deslizo hacia adentro. Estoy bajo una de esas montañas negras. ¡Son huecas! Aquí ya no llega ese maldito dedo.

Este suelo es más inestable, hay pequeños agujeros, desniveles, líneas que marcan un camino y muros que se elevan hasta las capotas negras de lo que yo creía montañas. Vistas desde aquí abajo, parecen más bien grandes setas cuadradas. El fondo se ilumina de pronto y se escucha un zumbido a los lejos. Más me vale andar con cuidado entre estos agujeros, no vaya a ser que caiga bajo la luz cegadora. Esto se está haciendo más pequeño y el techo se hunde sobre mí. Huyo de nuevo fuera de la seta y me meto bajo otro gran toldo. Me encuentro con un pulgón:

-¡Hey, hola! Perdona, ¿estabas durmiendo?

-¡Ah, qué susto! Estaba descansando, pero veo que se han encendido las luces. Soy Tom, ¿qué tal?

-Soy la hormiga Lola. Creo que me he perdido. Venía en busca de aventuras y ahora no sé dónde estoy.

-Estás en la Ç}.

-¿Cómo?

-Sí, en la tecla Ç}. Llevo unos meses viviendo aquí. Después de recorrerme el teclado entero, descubrí que éste es uno de los lugares más tranquilos.

-Pero ¿a qué te refieres? ¿Qué es esto?

-Es un ordenador: un aparato que utilizan los humanos para escribir. Esto de aquí arriba son teclas, cada una con una letra, un número o un signo. Si las pulsan, allá a lo lejos hay una pantalla donde aparecen reflejadas.

-¡Guau, qué increíble! Entonces, se puede escribir…

-Claro, sólo debes tener cuidado para que no te pillen debajo cuando las aprietan o podrías morir aplastada, pero se vive bien en este lugar. Estaba ya cansado de vivir en una hoja, sin poder respirar con tanto spray. Aquí se está calentito, hay migas y restos que caen por aquí y por allá. 

-¿Crees que podría quedarme por aquí y escribir mis historias? Tengo muchísimas que contar.

-¡Por supuesto! Con lo que a mí me gusta leer… En la tecla >< no vive nadie y tampoco la usan mucho. Está al otro lado del teclado, todo recto a la izquierda. En cuanto estés instalada, te ayudo a buscar las letras para tus cuentos. ¡Va a ser espectacular leerlos juntos en la pantalla gigante!

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