En mi familia deberíamos componer una canción titulada El 20 de septiembre, imitando a Mecano, porque hay que ver todo lo que nos sucede en esa fecha. Entre otras cosas, tal día llegué a Singapur con mi pequeña Miss Sunshine para reunirnos definitivamente con mi querido Mr. Good. En aquellas tierras felices me reinventé para terminar siendo escritora. Puede sonar manido, pero no sé cómo llamar a dejar de hacer, estar y vivir todo lo anterior y empezar a crear una nueva vida más gratificante.
Después de intentar entrar en el mundo laboral y recibir por respuesta un cricrí atronador, no tuve más remedio que reconsiderar lo que me gustaba, a ver si de ahí sacaba algo productivo. Mientras mi ansiedad aumentaba, mi familia se fortalecía e íbamos creando esos momentos aparentemente insignificantes que dan forma a una memoria feliz. Así, entre guerras de almohadas y charlas en la cena, surgió el personaje de El Malo Medusa, bautizado así por mi querido Mr. Good, y descubrí lo aburrido que es ser malo, pero malo de verdad, con las respuestas cargadas de dulzura y sensatez infantil de mi pequeña Miss Sunshine.
Ella tiene una cabecita creativa, repleta de ideas ambiciosas y proyectos intrépidos. No hay nada que no pueda construir con una caja de cartón y papel celo. Se atreve a dibujar retratos muy concienzudos y a trepar cualquier altura sin miedo. Sus ojos brillantes curiosean con preguntas peregrinas que te asaltan sin reparo para eludir obligaciones. Es nocturna y risueña, desborda ternura y la injusticia le chirría desde sus primeras palabras.
Solo ella podía inspirar las aventuras de un malo redimido como mi protagonista y contagiar su alegría a una compañera de juegos como Berta. Y yo, que me alimento de sus fantasías realistas, tenía que llevarlos a correr por un parque imaginario, entre el tú-la-llevas y una merienda improvisada.
Un buen día de mayo, ya en Madrid, decidí enviar mi cuento a una editorial infantil y, para mi absoluta sorpresa, me dieron el sí de inmediato. Entré en shock, incrédula yo, atenazada por la falta de confianza. Mr. Good se alegró por los dos y me hizo ver la fantasía en la que estaba a punto de entrar, animándome a sentirme tan orgullosa y feliz como él. Reaccioné al fin y me puse manos a la obra para sacar adelante un precioso proyecto hecho con mucho amor.
Necesitaba entonces un ilustrador para hacer realidad el sueño. Una bombilla se encendió en mi cabeza cuando decidí que tenía que ser alguien que le pusiera el mismo cariño que había puesto yo al escribir la historia: mi amigo de siempre, Pedro de Villota, pintor generoso y magnífico soñador. Aceptó con ilusión y cierto temor, y en dos bocetos dio con la imagen del Malo Medusa, modelando su espíritu ingenuo y travieso.
De este modo, superada la fase de correcciones de diseño y maquetación, llegó al papel el cuento de El Malo Medusa, que se ha hecho realidad un 20 de septiembre entre líneas de tinta y preciosas ilustraciones que hacen sentir…
«…que mi corazón se convertía en una nube esponjosa de caramelo, mis pelos verdes se hacían tirabuzones y una sonrisa de estrellas recorrió mi cara de lado a lado”.
Todo lo demás es pura magia y casualidad. 💚
Felicidades preciosa, y que ganas de tenerlo entre las manos y disfrutar de él.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias, corazón, es un orgullo 💚
Me gustaMe gusta
Maravilloso Malo Medusa!!! Estoy ansiosa por conocer su vida con Berta!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Disponible en su blog favorito ☝🏼😂
Me gustaMe gusta
Mira que es una fécha que nos persigue a los tres 😱😱😱
Que orgulloso estoy de ti!!!!!!, me muero por descubrir tu primer libro
Me gustaLe gusta a 2 personas
Ya queda poquito 💚
Me gustaMe gusta
¡Ya lo tengo en mis manos y es un libro precioso! 😍
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias💚
Me gustaLe gusta a 1 persona