Camino por la calle una mañana cualquiera: vestido ligero, zapato plano y coleta al viento. Cargo alguna bolsa y uso gafas de sol graduadas para protegerme del resol permanente de Singapur. Me cruzo con un turista occidental y sin más me dice: «You’re very stylish«. A mí me entra la risa, porque tanta espontaneidad me sorprende por estos lares, y más aún que un desconocido me dirija un piropo. A mí. Me mosqueo después y suspicazmente pienso que me lo ha dicho con sorna, o que hay una intención jocosa en su halago. Todo porque soy incapaz de creer que yo pueda merecer un cumplido que no proceda del ojo subjetivo de mi querido Mr. Good, que siempre me ve bien.
Las mujeres podemos llegar a ser muy crueles con nosotras mismas, juzgándonos bajo estándares inalcanzables y exigencias infinitas. No es que no veamos la viga en el ojo propio, es que generalmente es lo único que vemos de nosotras mismas. Y si todo está bien, inventamos lo que sea por lo que sentirnos insatisfechas, no vaya a ser que nos relajemos. Por eso, cuando menos lo esperas, ¡zas!, aparece el sentimiento de culpa, una losa que nos acompaña en muchos momentos de la vida. Me pregunto entonces si surge con la madurez o sólo con la falta de autoestima, si es inherente al género femenino o si la maternidad la alimenta. Lo cierto es que hay circunstancias que la avivan como brasas incandescentes y prenden el repiqueteo en nuestra conciencia. Culpa por estar lejos, por no dedicar tiempo de calidad a nuestros hijos, por no llegar a todo, por no trabajar o por trabajar en exceso. Culpa por los kilos de más, por no comer bien, por no tener la energía necesaria para afrontar el día. Culpa por no estar a la altura de nuestras expectativas o de las que impone la sociedad. Culpa por lo que sea, hasta por sentirnos culpables.
No sé si los hombres sufren estos ataques de culpa. Creo que son mas de obsesionarse con la responsabilidad: se auto imponen esa obligación desde el principio de los tiempos. Sin embargo, a nosotras la responsabilidad nos lleva a la culpa irremediablemente. Todo nos conduce a la culpa, incluso cuando asoma una sombra de reconocimiento de nuestras virtudes, nos fustigamos con saña, que valorarse a una misma no está bien visto. Nos privamos de disfrutar de los pequeños placeres de la vida, siempre alerta y a la defensiva por si aparece un nuevo listón que alcanzar. ¡Por Dios, ya está bien de sentirnos el origen de todos los males por morder una manzana! ¿Por qué no aflojamos ese nivel de exigencia, nos rodeamos de gente buena que nos recuerde lo positivo que hay en nosotras y escuchamos a esos desconocidos que tienen algo agradable que decir? Porque no somos perfectas, ni lo queremos ser, que es muy aburrido. Vamos a reírnos de los complejos, a querernos como si fuéramos nuestra mejor amiga y cuando arrecie la culpa, pues la invitamos a un gin&tonic y que se relaje.
Lo que me extraña es que no te piropeen todos los dias, con lo que tu vales y lo guapa que eres por dentro y por fuera 😍😍😍
Me gustaMe gusta
Anda, anda, anda…
Me gustaMe gusta
Susana, me temo que somos iguales mujeres y hombres en ese aspecto culposo que comentas. Yo diría que además somos todos iguales los educados en las religiones judeocristianas. Nunca nada es suficiente, todo es susceptible de hacerse mejor y todo lo que da placer es inmoral, ilegal o engorda. De nuevo te felicito por cómo escribes. Estuvimos en Singapur de viaje de novios y tengo por ahí fotos a ver si hay alguna digna de Instagram; también alquilamos un coche y cruzamos a Malasia. Recuerdo que visitamos el zoo y que era el año 90, había grandes celebraciones porque era el 25 aniversario de su independencia. Y que ponían unas multas tremendas por escupir o tirar chicles.
Kind regards from Madrid!!
Antonio Babío
Me gustaMe gusta
Tienes razón con lo de la religión, Antonio. Pero es ya la guinda a todo lo que nos imponemos nosotros mismos y la sociedad con todos sus componentes. Ahí está la manzana de Eva, el parirás con dolor y el ganar el pan con el sudor de la frente, entre otras obligaciones y culpas.
A ver si vuelves por aquí, cada día está más bonito. El zoo sigue siendo impresionante y ya van por el 51 aniversario.
Un abrazo y gracias por seguirme
Me gustaMe gusta
Un piropo no, una jartá de piropos te mereces tu, niña!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jajajaja, así da gusto! Me tendría que querer cómo te quiero a ti, sister 😘
Me gustaMe gusta
Que razón tienes en todo lo que cuentas y ademas, que bien lo cuentas,
yo tambien creo que estas estupenda y lo raro es que no te piropeen mucho más!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Tú sí que eres bonita!!
Me gustaMe gusta
Bien dicho ,Susan. Me gusta que escribas. Es difícil muchas veces expresar con palabras eso que veo que es común sentir. Y tu tienes facilidad para expresarlo. Te nos vas a hacer una gran escritora allá en ese país lejano en el que te encuentras. quien sabe!!! Besos 😘
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias, Lola. Quién sabe… 😊
Me gustaMe gusta
Algún día se consigue llegar a La Paz interior, no sé exactamente cuando pero hay que insistir en ello. Te quiero.
Me gustaMe gusta
Hace falta aligerar la carga… yo también te quiero, Irenín
Me gustaMe gusta
Que ganas de tomarme un gintonic contigo y arreglar nuestro mundo… y si no se arregla, pues otro gintonic. Miss you!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pronto 🙂
Me gustaMe gusta