Voy a hablar del coronavirus. Sí, yo también. Pero vaya por delante que no soy experta en nada, que no lo sufro y que hablo desde un punto de vista absolutamente subjetivo, que para eso estoy en mi casa. Nunca mejor dicho, porque parece que aquí me voy a quedar, por lo menos, unos quince días. Y todavía no nos han aislado, pero por nuestro bien y el de todos, vamos a compartir unos días en familia, con escasa posibilidad de salir o tomar el aire… ¿No querías ver series? Pues, ¡toma dos tazas!
Con el cierre de los colegios en Madrid, los grupos de WhatsApp han empezado a arder, bien con chistes (bendita la rapidez de algunos para sacarle punta a todo), con información, más o menos contrastada, y, en el peor de los casos, con histerismos varios. Mi grupo del colegio, del que hasta ahora podía presumir que era bastante sosegado, ha entrado en pánico.
De acuerdo que la conciliación en tiempos de pandemia es ingeniería avanzada.
Pero de ahí a exponer teorías conspiranoicas o hipótesis sobrenaturales es de una estrechez de mente que me descoloca. Sin hablar de las quejas, que no ayudan más que a desesperar y desestabilizar los ánimos. Y aún no ha llegado lo peor. Veremos…
Lo que me tiene completamente impactada es la estupidez humana después de ver las imágenes de los estantes vacíos en los supermercados. He visto gente haciéndose fotos con orgullo delante de carros de la compra hasta los topes, como si fuera un momento para el recuerdo.
Se empieza por hacer acopio de provisiones y se termina aprobando la ley del rifle.
Al tiempo. Porque esta gente, aparte de telebasura, ¿escuchará alguna recomendación sensata? Es que no sé qué van a hacer con tanta comida o si se sentirán más seguros amortiguados por rollos de papel higiénico, pero me hacen pensar que dentro de diez años alguno de esos descerebrados seguirá atesorando al fondo de un armario latas de pimientos de piquillo con más vida interior que la de sus propios organismos.
Supongo que son los mismos que agotan las existencias de mascarillas y compran medicamentos para paliar improbables síntomas de males aún por descubrir. He visto farmacias con más cola en la calle que en los mejores tiempos de Pachá. Pero miedo me da que saturen los servicios médicos y hospitalarios, que muchos deben de pensar que las urgencias son para cualquier tontería y no valoran la suerte de tener una sanidad pública.
Los miembros del personal sanitario son los héroes de esta historia, los que dispensan la cordura y sensatez que tanta falta hace, aparte de los cuidados médicos necesarios.
Que conste que escribo desde mi casa, con la nevera a medias –recordatorio mental: no tengo chocolate, ¡horror!–, en el segundo día sin colegio, ejerciendo de profesora improvisada, sin tener que lidiar con un horario laboral insano ni con tres niños subidos por las cortinas. Imagino que en quince días, si no más, la visión será otra, y comprobaremos lo poco que aguanta la gente a su familia y que el wifi es el mejor amigo del hombre. No hay más que ver el aumento de divorcios y depresiones tras las crisis, mientras los accionistas de Netflix se frotan las manos, no con fines preventivos exactamente.
Solo espero que aprendamos algo de todo esto y que haya ayudas para quien lo necesite después.
Más le vale abastecerse de paciencia y empatía a esa gente alarmista, porque lo único que podemos hacer es evitar el pánico, ser responsables y desarrollar nuestra creatividad para llevarlo lo mejor posible. En peores se ha visto el género humano. Aunque confieso que no puedo evitar imaginarme un final con la población saliendo de nuevo a las calles cegados por la luz del sol, como supervivientes de una invasión zombi, y la Cibeles asomando entre escombros. Pero eso es solo mi imaginación, que se dispara por falta de azúcar.
La gente no es consciente de que esto es una Pandemia y no unas vacaciones extraordinarias, las playas se están llenando de gente como si fuera Semana Santa y llevándose de vacaciones a los virus. Cuanto irresponsable y cortito existe
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Hay gente muy egoísta, por desgracia.
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Qué bueno!! Has descrito a la perfección la situación. Yo es que no entiendo esta obsesión por acapararlo todo. Vale que se trata de estar en casa y no socializar pero vamos, que no te encierran para que no puedas salir si necesitas algo!! Solo hay que tener un poquito de cabeza. Un placer leerte, como siempre!! Besosss
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Nos parece tan obvio y, sin embargo… Gracias por pasarte por aquí 😍
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Me matas de risa de cómo cuentas la realidad más absurda en la que estamos inmersos: Me alegras el día!!!
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Eres muy facilona 😋
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Sacaremos muchos aprendizajes y cosas buenas. Lo que seguro nos enseñará es a parar y mirar más haci dentro. Me encanta como escribes ❤️
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Gracias 😊
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