Relatos

VEINTE AÑOS

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Bound #2 by Beili Liu

–¿Cuándo te empecé a gustar? –preguntó Clara, mientras metía los platos en el lavavajillas.

­–Cuando llegaste al instituto –contestó Andrés sin dudar, al tiempo que guardaba los salvamanteles.

–Pero nunca me dijiste nada hasta la fiesta de fin de curso.

–Ese día apareciste más radiante todavía, con tu melena suelta y esa sonrisa. No podía dejar de mirarte –dijo él.

–Lo recuerdo –sonrió ella–. Pensé que tenía algo en la cara.

­–Estaba tan nervioso cuando te saqué a bailar. Pero te rodeé la cintura con mis manos y fue como llegar a casa.

Clara terminó de secar el fregadero, le brillaban los ojos:

–Esa canción será siempre nuestra canción.

–La cantamos todo el camino a Sigüenza aquel fin de semana, ¿te acuerdas? –Andrés tarareó el estribillo.

–Mi primera mentira –le cortó ella–. Les dije a mis padres que me iba con Laura a su pueblo.

–Nuestra primera vez –añadió él–. Éramos tan inocentes.

–Me acostumbré a mentir desde entonces, siempre inventando excusas para pasar alguna noche contigo.

–Yo creo que tus padres lo sospechaban, pero se hacían los locos.

–Les caías bien, te veían muy formal.

–No les faltaba razón, siempre he sido muy responsable.

Clara cerró la puerta del lavaplatos y mirando fijamente a Andrés, que estaba apoyado en la encimera, dijo:

–Demasiado para tu edad.

–Sólo hice lo que había que hacer ­–se excusó él–, terminé la carrera, me puse a trabajar y te pedí matrimonio.

–Quizás teníamos que habernos salido más del guión –dijo Clara, como pensando en voz alta.

–¿Qué guión? Era nuestra vida –replicó Andrés.

–Sí, lo era, pero enseguida llegó Bruno, y luego Berta. Y la hipoteca, los colegios, el coche, las vacaciones con tus padres. Dejó de ser nuestra vida –Clara sentenció en medio de la cocina.

Andrés la miró perplejo y preguntó:

–¿Qué hubieras preferido?

–No sé… –dijo Clara, pero no dudó al contestar –. Irme de Erasmus, conocer mundo, salir de casa de mis padres antes de casarnos. Vivir mi propia vida, al fin y al cabo.

–¿Acaso te lo impedí yo?

Clara sintió que le había herido y enseguida repuso:

–No, fue cosa mía, fue mi miedo a perderte, mi miedo a quedarme sola.

Andrés parecía desconcertado:

–¿Estabas conmigo por no estar sola?

–No quería decir eso –replicó nerviosa Clara –. Era mi miedo a hacer las cosas por mí misma. No supe salirme del camino marcado.

–Nunca dijiste nada. Pensé que te gustaba estudiar Derecho, que deseabas casarte conmigo.

Clara reflexionó:

–Quizás es lo que pienso ahora, con la perspectiva de los años.

–Entonces… –a Andrés le costaba encontrar las palabras para preguntar – ¿crees que nos equivocamos, que deberíamos haber vivido otra vida?

–Empezamos a salir tan jóvenes –dijo ella con melancolía, tocándose la barbilla con una de sus manos.

–Pero nos queríamos, nos gustaba estar juntos –se defendía él, mostrando las palmas de sus manos.

–Nos faltaba pasión, aventura. Nos dejamos llevar.

Andrés dudó antes de hacer otra pregunta:

–¿Te arrepientes de haberte casado conmigo?

Clara respondió rápidamente y con seguridad:

–No, para nada. Hemos vivido muchas cosas juntos, lo hemos descubierto todo de la mano y hemos formado una familia muy bonita.

Andrés suspiró aliviado:

–Yo he sido muy feliz contigo, no cambiaría nada.

Clara sonrió, se acercó y le tomó de las manos:

–No me hagas caso, sólo pienso en Bruno y en Berta. Quiero que tengan más mundo que nosotros, más valor para salir ahí afuera.

–Ya están estudiando lejos de casa, es un principio –dijo Andrés mientras la abrazaba.

Clara apartó la cabeza del pecho de Andrés y con una mirada entre pícara e inocente, le preguntó:

–¿Te sigo gustando?

–Siempre.

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