Hay un lugar donde residen los globos que se escapan de nuestras manos ingenuas. Un cielo habitado de decepciones que me obligaste a visitar. Transformaste nuestra historia en un espejismo suspendido en el aire, humo que se eleva hasta desaparecer, surcando lágrimas de abandono en los cauces de mi piel. Cada vez que tejías tus ausencias con tus mentiras, el cordón rojo de nuestro destino se desbarataba. Confianza enmohecida, celos enraizados.

Cabalgabas olas efímeras y olvidaste la playa serena de mis ojos, donde incrédulo jurabas fondear tu libertad. La codicia carnal provocó el naufragio de nuestro amor, ahogado en un mar de engaños. Un cadáver más para sustentar los demonios de tu conciencia, una vértebra menos para sostener mi confianza.
Quedé a la deriva, sin un rumbo en mis cartas ni un faro en mis costas. Rescaté la cordura en los retales de mi dignidad y remendé los jirones de esperanza con hilos de amor propio. Curtida al fin por el desengaño, aprendí a rellenar con oro las grietas del fracaso, celebrando la hermosura de mis imperfecciones. Entendí que mi único error había sido creerte, esperarte a mi lado cuando nada era suficiente.
Bendigo el día que dejó de aturdirme el helio de tus palabras, porque tú, hedonista empedernido, no cejarás en tu espiral de cantos de sirenas. Miro atrás y sólo veo la estela transparente de tu ego insaciable, la brisa fugaz que acarició mi pelo. Mi nave se hizo más fuerte con los vientos del pasado.
Divino, Sue. Absolutamente perfecto
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Qué mona eres! ☺️
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Ole, Ole y Ole!!!! me quito el sombreo, niña, cómo escribes, qué bien descrito, qué claridad de sentimientos!!!
Ole, Ole y Ole!!!!
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No es para tanto ☺️
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Gran texto…. profundo como el oceano, claro como el cristal, y hermoso como tu …
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Me encanta como escribes, sensible y real.
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Gracias, Victoria, eres muy generosa.
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